miércoles, 26 de mayo de 2010

Nothing is gonna be all right, but thank you anyway...


Cuando aún no se había recuperado de la última caída, le volvieron a golpear. Algo en él le empujaba a creer en la gente, no sólo eso, sino que superaba la confianza negando la posibilidad de dudar. Él mismo avanzaba la cara antes de ser golpeado. Y otra vez más, encontrándose tendido en el suelo, se levantó. Con un movimiento oscilatorio de la mano se sacudió del abrigo el polvo, pequeños trozos de rama, hojas secas y un poco de su alegría. Cada vez le costaba más sonreir pero volvía a levantarse, se decidía a andar hasta que otro golpe repentino le volvía a tumbar. ¿Porqué lo hacía? ¿Porqué aguantaba golpe tras golpe? ¿Porqué no esquivarlos, o quedarse tendido en el suelo divirtiéndose con las formas que esculpen las nubes en el cielo?

Porque cada vez que andaba la brisa le rozaba el cuello con sus labios templados y suaves, el sol le envolvía en un cálido abrazo que le hacía sentir seguro, recuerdos de antiguas melodías le hacían sonreir y los olores le embriagaban en una cierta felicidad incomprensible. Y entonces él se negaba a dudar. El golpe dolía cada vez más: no sólo no se formaba costra, sino que el hematoma se extendía.

Entendemos el porqué, pero no podemos llegar a entender el cómo. ¿De dónde salen esas fuerzas que le permiten alzarse y volver a andar? Del cálido recuerdo, de la certeza de que alguna vez acertará al no dudar, de la confianza que tiene de todo esto al leer estas líneas que él mismo escribió.

domingo, 31 de enero de 2010

Pensamientos




A pesar de ser las tres de la tarde, su aliento emanaba vaho mientras observaba a la gente pasear por el parque. Sentado en aquel banco notaba como el frío subía por sus piernas y apretaba su garganta, pero en lugar de incomodarlo le agradaba, le hacía sentir más vivo en aquellos días en los que tan solo levantarse de la cama cada mañana era ya una ardua odisea.


"Hay gente que no sabe lo que tiene"... Esa frase, tan repetida por sus amigos con tono de reproche, martilleaba su cabeza día y noche. Y mientras fumaba un cigarillo, seguía pensando en que por fin tenía todo lo que siempre había deseado pero era infeliz como nunca. Había cometido el mayor error que podía cometerse, había planeado su vida y había seguido estrictamente cada paso del plan hasta lograrlo. Con la mirada fija en su objetivo, había descuidado cuanto le rodeaba. Y ahora que lo tenía todo, se había dado cuenta que había dejado atrás lo más importante, lo que no entraba en el plan. Porque la vida no puede planearse, es fruto de casualidades y encuentros, de actos inesperados.


Y ello le tormentaba, día y noche. Era una sombra que lo cubría y lo oprimía cada minuto, una ceguera que le impedía ver a su alrededor y de la que no conseguía librarse. Y mientras se frotaba las manos entumecidas por el aire, frío y húmedo, pensaba en el pasado, en lo que había perdido. "Hay gente que no sabe lo que tiene..." Fácil de decir... Hay gente que no sabe lo que uno ha perdido, más bien... Y suspirando, tira el cigarrillo y observa como los restos se consumen poco a poco. Y sumido en sus penas vuelve a cometer el mismo error. Deja la vida pasar a su alrededor, obsesionado esta vez no con su futuro sino con su pasado. Nimia diferencia, con mismo resultado. No lo entiende. El mundo no es lineal, hay que vivirlo en todas las dimensiones.


¿Qué sería de él si en lugar de fumar a solas en aquel parque de la ciudad disfrutara de cuanto le rodea? El pasado es doloroso, pero el dolor parece no haberle hecho crecer. De el dolor no ha sacado ninguna lección, sólo más dolor entrando así en un circulo vicioso en el que se veía cada día más atrapado, como unas arenas movedizas que lo engullesen lenta pero inexorablemente. Nosotros, meros espectadores, somos incapaces de cambiar el curso de su historia. ¿Y si pudieramos hacer algo? Darle fuerzas para levantarse del banco, coger el móvil y llamar. O bien incentivar esa pequeña pasión que siempre había mantenido viva en su interior pero corría riesgo de apagarse. ¿Qué pasaría si pudieramos aportar un poco de gas a su tenue llama? ¿Abandonaría el parque olvidando el dolor con cada paso? ¿Abriría sus ojos y vería por primera vez todo lo que le rodea?


Pero no podemos hacer nada, solo observarle y esperar. Ánimo, álzate, ¡VIVE! Y mientras se levanta, apaga el cigarrillo con el pie, se mete las manos en los bolsillos y abandona el parque bajo un gran arco de piedra sonreimos. Porque parece que poco a poco, empieza a entender, y mira a su alrededor. Hay gente que no sabe lo que tiene, porque siempre se tiene algo.